Año: 1982.
País: EE.UU.
Director: Tobe Hooper.
Género: Fantasmas.
Sinopsis: La familia Freeling comienza a padecer de
fenómenos paranormales en su casa, al principio lo ven con curiosidad y
asombro, pero todo cambia una vez que la pequeña Carol Anne (Heather O’Rourke)
hace contacto con los seres del otro lado.
Esta película siempre me causó curiosidad, tenía
morbo por verla, pero de chico… pues vi Scream y vi otras películas de terror,
pero siempre dije que tanto esta y The Exorcist serían las causantes de un
infarto. En su tiempo, veía escenas de Poltergeist y nada más, hasta hace un
año que fui a verla a un re-estreno (acá en Monterrey está la Cineteca y tienen
la costumbre de proyectar películas de terror en el mes de Octubre) y comprobé que…
que me estaba perdiendo de una obra maestra.
Muchos podrán argumentar que esta película fue
realmente filmada por Tobe Hooper, pero aunque he visto pocas películas de
Steven Spielberg, se siente mucho ‘‘su mano’’ y no me dejen engañar, Spielberg
tiene un estilo al dirigir aquella generación de los 70’s-80’s y aquí se nota
mucho, mínimo antes de que la matriarca de la familia Freeling comience a ver
divertida la actividad en la cocina. El ritmo… ¿Cuál ritmo? Sé que se toma su
tiempo para que uno se encariñe y comprenda un poco a esta familia que está por
pasarla terrible y que no tendrán la oportunidad de regresar a lo que era, pero
no se hace lenta ni estresante, aquí todo fluye naturalmente y no hay puntos
flojos.
Quizás es una de esas películas que podría ver todos
los días sin siquiera aburrirme y es que Heather O’Rourke hace un trabajo
magistral, que a pesar de que sale poco tiempo en pantalla, al menos yo sufro y
se me hace un nudo en la garganta cada que esa niña llora, grita o sufre. A lo
mejor y el niño es el que más ‘‘cae gordo’’, pero no es tan insufrible como en
la secuela. Los padres (Craig Nelson y JoBeth Williams) lucen naturales y
creíbles como un matrimonio normal y un matrimonio en crisis por las extrañas
circunstancias que tienen que encarar y superar a la vez. Mención aparte para Zelda Rubinstein con esa manera tan jocosa y ''neta'' para expresarse, pueden tacharla de sobreactuar, pero al menos en esta primera entrega, no padece de eso.
En esta escena se escucha el rugido del león de la MGM |
En el apartado de efectos visuales, es triste la
gran mayoría ya haya acostumbrado sus ojos a efectos especiales como los de
Avatar, Life of Pi o Prometheus y vean Poltergeist como si fuera una comedia y
les cause gracia los efectos ‘‘patosos’’ sin saber que los efectos especiales
fueron nominados al Óscar por Mejores Efectos Visuales y Mejores efectos
sonoros (y también de Mejor composición original).
La historia es simple, pero pudiera tener su truco,
su forma de desmenuzarla y ver todo su interior, que a la vista pueda ser algo
pequeño, pero oculta mucho en su interior. Los temas de la metafísica y los
poltergeist siempre han logrado captar mi atención, de ahí a que esta película
no se me haga nunca aburrida o tediosa.
Mi conclusión sería que, vale muchísima la pena
verla, dedicarle su tiempo y degustar tranquilamente la trama, dejarse envolver
y llevar. Me arriesgo a decir que en esta trilogía de Poltergeist ha quedado
inmortalizado un pequeño ángel, alguien que tenía toda una vida por delante y
que pudo haber tenido muchísimo más éxito y reconocimiento del que ya tiene,
naturalmente me refiero a Heather O’Rourke, que debido a una enfermedad mal
diagnosticada, falleció casi al terminar el rodaje de la tercera entrega.
Mucho se habla también de una maldición que merodeó
al elenco, que por tratar estos temas metafísicos, que por haber usado
esqueletos reales en la escena de la piscina con JoBeth Williams, que se le dio
un trato auténtico y exhaustivo al tema del Más Allá. Sólo Dios sabrá si esto
es verdad o si fue una terrible cadena de infortunios para estos actores.
Calificación: 10/10
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