País: México.
Director: Henry Bedwell.
Género: Fantasmas.
Al término de la película,
estaba ansioso por ir al baño y poder orinar, pero sorpresivamente pasaron una
escena después de los créditos, la cual tiene que ver con mi veredicto al final
de esta humilde reseña. En fin. Mientras estaba en el sanitario, escuché a unos
tipos que dijeron ‘‘ni a mi peor enemigo se la recomendaría, aunque bueno…
Mejor sí lo haría. ’’
Mi opinión al respecto de lo
anterior está en sí y no. Por un lado, si uno es consciente de la película de
Taboada (es como el Star Wars de
México que, cada que quieren, lo ultrajan, violan y chingan cada que pueden),
esta película serviría para criticarla, burlarse desvergonzadamente y padecer
de varios facepalms. Por otro lado,
entretiene si tu pareja y tu familia han hecho planes en los que no te han
incluido y aparte de eso, no tienes ningún deber académico, social o personal,
pero para eso, mejor aprovechar en revisionar Lucy (2014, Luc Besson) o la muy recomendable Guardians of the Galaxy (2014, James Gunn).
Entremos en materia. Esta
película cuenta con un soundtrack
llamativo, hay looks que dan risa –el personaje a cargo de Eréndira Ibarra, los espantosos rizos de Vega y los invitados a la
fiesta hipster que organizan en la laberíntica
mansión- y hacen un intento por desviar la trama de la versión original por
otro lado, que es el de no caer en la repetición de la historia, que es un
detalle que desarrollaré al final de esta dizque reseña, pero lo peor radica en
las actuaciones que van de mal –el tipo narizón que sieeeeeempre sale en todas
las películas mexicanas- a lo peor –la sirvienta que parece la hija perdida del
abuelo de The Munsters (1964-1966) y
la Sra. Doubtfire-; los efectos
resultan en ciertas ocasiones –quería golpear a la niña que cada rato decía que
el cuadro del personaje de la anciana era ‘‘un recuadro mágico-, pero es en las
muertes donde a veces funciona, aunque tristemente no he dado con una película
en la que la sangre falsa intente parecer real sin quedar como la empleada en
los giallos o que parezca chamoy.
Siento que en cada maldita
película mexicana deben de incluir desnudos (parciales, sino la audiencia
descerebrada comenzará con risitas y las madres preocupadas taparan los ojos de
sus críos), un drogadicto persuadiendo de consumir a otro, cumpliéndose así lo
establecido en Cabin in the Woods (2012,
Drew Goddard) de tener a una puritana (o dizque, como Greta), una golfa (la
española), alguien intelectual (María), un atlético (Jose María Torre luce bícep y trícep con apretadas camisas hipsters), un drogadicto (el narizón que ya
mencioné), una cool (¿Pilar? Supongo que
su cabello y look hipster nos intenta
dar ese indicio). Una pena que con lo de los desnudos se cumpla y
desgraciadamente, siguen yendo niños fastidiosos al cine de terror.
Volviendo a las actuaciones,
Louvier se salva de la quema y es quizás ella la que mejor se toma la
naturaleza de este filme, o sea, está consciente que es una película de terror,
debe posar, intentar simular un grito de horror y bueno, por su papel me tomé
con cierto humor toda esta parafernalia absurda; Eréndira Ibarra hace un esfuerzo por lucir natural con ese chistoso
aspecto hipster, pero naaaaaaadie en
la audiencia la tomó en serio, es decir, con ese patético look en el cabello,
que parece tener pegada una peluca, pues no… distrae. Zuria Vega, de ratos, parece una versión con cabellera oscura de Claudia Islas, lo cual hace que uno
intente ver al reparto original actuando y recitando la serie de eventos que
acontecen en este despropósito.
El gato -hasta para el
animalito hay leña verde- no logra transmitir esa dulzura que hizo el Bécquer
de Taboada, éste luce exagerado y no provoca dolor e injusticia en el momento
de su muerte, lo cual aquí es más gráfico que en la original, a tal grado que
no sé si en realidad mataron a uno para esta escena o editaron tan bien el
momento que luce creíble. Ojalá la edición hubiera estado así en toda la
película, porque tiene unos ‘‘cortones’’ que descolocan.
Con la cabeza fría, puedo
llegar a la conclusión que la película no es más que una fábula en la que la
moraleja está algo clara si se puede ‘‘ver entre escenas’’ o tomar en cuenta
detalles que, como bien está el ejemplo de que si añaden un clavo, es por algo
que tomará relevancia en el tercer acto, pues yo saqué mi conclusión con este
fallido reboot –porque no tiene nada de remake- de Más negro que la noche (1975,
Carlos Enrique Taboada):
Una vez que alguien recibe
una herencia o una oferta en la que se ve involucrado el dinero, también cuenta
el posible ascenso social, se deben de desechar las amistades que se tuvieron
antes de ese hecho. En lo anterior, queda claro con el personaje de Eréndira Ibarra, que es la viva imagen
de la vulgaridad, el alivio cómico, el mal gusto y la imprudencia; luego está
María (Adriana Louvier) que lucía la
más normalita del grupo (en la versión original el personaje era encarnado por Susana Dosamantes) es una aspirante a
escritora, posiblemente una letrada –la trama no le permite profundizar mucho
en ella-, pero que tiene indicios de bipolaridad o trastorno de personalidad;
ni se diga a la española sosa que aparte de ser drogadicta, es promiscua y
queda evidente su naturaleza de traicionera. Todo lo anterior no se manifestó
antes de llegada a la casa de la tía Susana –no sé cómo carajos nombraron a la
anciana en esta versión-, incluso el novio del personaje de Zuria Vega le deja claro que nada más
entra en esa casa, ella se transforma en otra persona.
Para mí, el mensaje es
sencillo: Si te has ganado la lotería o has percibido un golpe de suerte
monetario, deshazte de tus amistades y tu prometido, porque no van a aportarte
ni apoyarte en nada, es decir, el gato Bécquer muere, que simbolizaba lo más
valioso de la casa, lo cual puede traducirse a algo invaluable y bueno, la
polémica escena (para un servidor) en la que Pilar y Victoria (Ona Casamiquela –vaya nombrecito-)
discuten lo de la infidelidad de la española con el hermano de la primera (o
sea, la del peinado súper ridículo) están viendo la televisión y están transmitiendo
la película original. Lo que me hizo pensar que, muchas veces uno ve reflejada
cierta similitud en nuestras vidas en la ficción, pero decidimos ignorar ese
detalle o no le prestamos atención hasta que es demasiado tarde. A mí me ha
sucedido muchas veces con la serie How I
met your mother (2005-2014), en donde ciertos capítulos pudieron ayudarme a
evitar situaciones que, de haber conocido antes el programa ya citado, no
hubiera pasado nada. Eso lo percibí con ese guiño para nada gratuito de la
versión original con este reboot tan
pendejillo como prescindible.
Sólo ese mensaje moralizador
le da puntos sobre una calificación que no hubiera pasado del 5/10. Y el color de este texto es un digno homenaje a ese fluido de ETS derramado sobre la mitad de la cabellera de la respetable actriz Eréndira Ibarra, porque se deben de tener agallas, ovarios y mucho profesionalismo para aceptar ese look en un producto desganado como esta película. Mejor hubiera visto Guten Tag, Ramón (2013, Jorge Ramírez Suárez) [Chiste entre mi hermano y yo].
6/10
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