Dirección y guión: Luc Besson.
País: Francia.
Género(s): Acción / Ciencia Ficción.
Año: 2014.
Sinopsis:
Lucy (Scarlett Johansson) es obligada a ejercer de "mula" para una
mafia coreana, la cual pretende introducir una potente droga de diseño en
bolsas de kilo en su vientre, al reventarse dentro de su organismo, esto
provoca en ella el desarrollo de habilidades tanto físicas como psíquicas.
El
director Luc Besson nos presenta una historia que toma como base central un
dato aparentemente científico (erróneamente considerado como verídico) que el
cerebro humano solamente emplea un 10% de toda su capacidad y teniendo como
empuje una misteriosa droga, de la cual nunca se revela el verdadero nombre,
sino unas siglas que indican otro detalle biológico sobre el desarrollo humano
en el vientre humano.
Sin
dejar de lado lo que ha explotado en otras producciones como The Transporter e
incluso, de la muy recomendable The Fifth Element –ambas de Besson- nos ofrece
un híbrido de las antes citadas.
Así,
Lucy se involucra en el submundo de las drogas, como si fuese una versión bessoniana de Teresa Mendoza (Kate del
Castillo en La reina de Sur) o como aquella película estelarizada por Zoe
Saldana –Colombiana, 2011- del mismo realizador; no sólo sufre en carne propia
rodeada de lujos pasajeros, sino que aquél infierno, por así decirlo, le
concede una bendición que ella misma considera inapropiada para la humanidad,
por ejemplo el resto de los sujetos que sirvieron como mulas (al igual que
ella), los cuales debe localizar para dar con la droga.
La
película hace gala de los efectos especiales, que abarcan los dones de Lucy,
también sintetiza detalles científicos que pueden ser fácilmente comprensibles,
pero que no llegan a una profundidad como los mostrados en aquella futura joya
de la ciencia ficción titulada Interstellar (Christopher Nolan, 2014).
Sin
embargo, se distancia de aquella probabilidad de explotar aún más el atractivo
de Johansson, es decir, no la vemos “tan desatada” como su ya memorable
personaje en el MCU de Disney, aunque sí muestra algunas interesantes
coreografías en los enfrentamientos con algún incauto de la mafia, la acción se
siente mesurada, incluso poco explorada. La duración de este largometraje
augura que no se podrá apreciar la acción bessoniana
que el francés nos tiene acostumbrados.
(SPOILERS
A PARTIR DE ESTE PUNTO)
Analizando
la película, se siente que pudo haber dado más de sí, pues teniendo otras “mulas”,
como Lucy que sería para el espectador como la representación divina de una
religión X mientras que los otros hubiesen sido empleados para las de otras, no
sé si se entiende el punto, pero este posible recurso queda en una idea guajira,
mientras que la poca acción que hay, ésta no raya en lo fantástico, sino en
algo típico de una historia de acción con tintes policíacos.
El
reparto hace lo que puede y todo recae en una genial Scarlett Johansson, la
cual le vino adecuado el personaje, debido a las (pocas) gesticulaciones que
demuestra su Lucy y Morgan Freeman siempre es sinónimo de diálogos profundos,
por más insulsos que puedan ser como los de aquella Wanted (Timur Bekmambetov,
2008).
No
se trata de una película mediocre, pero al carecer de acontecimientos que
pudieron desembocar en un tercer acto más “épico”, uno concluye preguntándose
qué pasaría si un fármaco pudiese conceder tales habilidades, cómo serían
utilizadas y qué pasó por la cabeza de Luc Besson al no explotar el material
que tuvo en mente, pues se queda a medias en cuanto a lo que se vendió con el
rostro de la Johansson, o con un ojo de ella (con eso que la simbología “iluminada”
está “de moda”).
8/10